Mujeres Desesperadas!

Hace algun tiempo mi madre vino  a pasarse unos días conmigo. Después de un par de días se dio cuenta de que mi entonces “mari-novio” (como diría ella) y yo nos repartíamos los quehaceres del hogar equitativamente. Al principio ella no dijo nada pero al cabo de un tiempo no pudo tolerar la democracia domestica que existía en mi casa. Una noche en la cual mi novio acababa de llegar de su trabajo y yo estaba embelesada frente a mi computadora, mi madre, en su típico acento cibaeño, me ordeno “párate de ahí muchacha a atendei a tu marío como se debe”

Después de este episodio, mediante una encuesta informal me dediqué a investigar como tratan las mujeres latinas a sus hombres y como es que se debe tratar al marido. Muchas de las mujeres que cuestioné me aseguraron que no solo les preparan la comida a su pareja sino que también son las encargadas sin sueldo de todo lo relacionado con la casa; como la limpieza, lavar la ropa y el cuidado de los niños. Todo esto no sería nada del otro mundo si las mujeres que hacen esto se quedaran en la casa todo el día pero lo desconcertante del caso es que casi todas las entrevistadas trabajan en la calle la misma cantidad de horas y en muchos casos más que sus compañeros.

Así que deduje que para “atender al marido como se debe” debemos seguir el código no escrito de la sociedad machista en la que vivimos el cual reza “ama y honra a tu marido, cocina sus comidas, limpia su casa, estar lista y disponible para cuando este quiera sexo, cuidar de los niños, ademas si es posible de paso lucir espectacular como una Barbie. A cambio el marido te protegerá a ti  y a tus hijos”.  Pero proteger de quien o de que si  en esta situación el único abusador es el marido.

Aunque todavía es muy alto el número de féminas que siguen llevando el mismo patrón de vida que nuestras abuelas, las mujeres hemos evolucionado mucho en los últimos años pero también es verdad que no sabemos si nos favorecen los cambios que han surgido en nuestra sociedad. Tradicionalmente eran las mujeres las que se dedicaban completamente a su familia siendo el esposo el principal proveedor, esta situación es justificable si los dos están de acuerdo con sus respectivos papeles.Pero en este país la cosa es muy diferente ya que la balanza se inclina para el lado de los hombres.

Las mujeres se han adaptado  a los cambios sociales,  salen a trabajar a la calle para ayudar con los gastos de la casa pero también siguen asumiendo el papel de encargada del departamento de pañales, detergente y grasa. Un cargo que nuestra cultura le ha asignado sin ningún tipo de compensación por el trabajo extra. Esto no es un “Big deal” si las féminas estuvieran satisfecha con la labor que desempeñan pero de todas las mujeres encuestadas la mayoría admitió descontento ante esta situación. Lo peor de todo es que tarde o temprano estas frustraciones se reflejan en todos los aspectos de nuestras vidas, sin darnos cuenta nos volvemos amargadas y siempre estamos cansadas y sin energía. Muchas veces estos reveses los descargamos en nuestros hijos quienes son los más vulnerables.

Hace un tiempo, me llamó mucho la atención un episodio de la serie televisiva “Desperate housewives” en la cual una de sus protagonistas al sentirse incompetente ante las demandas de su familia decide ingerir una medicina estimulante que había sido indicada a su hijo. Y todo esto para tener mas energía. Aunque este es un caso ficticio se asemeja muchísimo a la frustración y la desesperación que sienten muchas mujeres al sentirse incompetente ante las presiones de la vida cotidiana.

Nos han hecho creer que nuestra sensibilidad, mal carácter y depresión, se lo debemos a los cambios hormonales, pero si los hombres estuvieran sometidos a un tercio de las presiones y de los malabares a que se enfrenta una mujer que trabaja fuera de la casa, que es la responsable de los quehaceres del hogar y el cuidado de los hijos, ya fueran una especie en peligro de extinción.

No hay nada de grandioso en que las mujeres nos volvamos mártires para cumplir con las exigencias del hogar. Y si pensamos que lo hacemos por el bienestar de nuestra familia, nos estamos equivocando en grande. El mensaje que le estamos enviando a nuestros hij@s es que el machismo es normal y aceptable. Y de esta forma somos las responsables de perpetuar una sociedad machista.

Muchas veces los hombres no tienen la culpa, lo que pasa es que las mujeres estamos predispuestas a velar por lo demás. Es como si nuestros instintos maternales nos hicieran sentir responsables de nuestros maridos. Sorpresivamente muchos hombres están dispuestos a cooperar si sus compañeras así lo establecen desde el principio de la relación

Ya es hora de que dejemos de ser mártires y rompamos el patrón de comportamiento que hemos heredado de nuestras abuelas. Esto no quiere decir que debemos ser desatenta con nuestros compañeros. Pero de ahí a volvernos esclavas de un hombre desconsiderado, es muy diferente. En una relación de pareja debe haber igualdad y la mujer debe de aclararle a su marido que su cooperación es imprescindible para conservar la estabilidad emocional y la armonía en el hogar.